Los planes de estudios de las licenciaturas de Comunicación Audiovisual y Periodismo no están diseñados con el objetivo de facilitar una buena educación, sino para justificarse como herramientas al servicio del Sistema de los Títulos. Un sistema conformado por múltiples mapas lingüísticos plagados de tecnicismos y conocimientos tecnológicos que conforman el fin último para el que son creados los títulos: moldear autoridades (en periodismo, en historia, en medicina…) homogéneas. De todos esos conceptos con que la Universidad me avasalló mientras era estudiante, sólo unos pocos me han resultado de verdadero interés por su dimensión semiológica y la visión que ofrecen de nuestro mundo. Uno de ellos es la agenda-setting.
Lo que en una clase se presentó como una teoría de dos profesores universitarios sobre el periodismo, a mí me sirvió para bautizar (de forma tecnicista, eso sí) lo que desde hacía años venía percibiendo como individuo: que los medios de comunicación, lejos de servir como contrapeso de las acciones de los gobiernos son herramientas mismas del sistema para controlar el flujo de información y la forma en que ésta se ofrece a la insultantemente llamada opinión pública. Algún iluso puede pensar que este control se quiebra en la actualidad con conectividad global conseguida mediante Internet, y que la llamada verdad informativa no tiene barreras para circular con libertad por la red. Allá él o ella. Aunque de Internet y la libertad hablaré en otro momento. Es como contrapartida a la irrupción de los medios tecnológicos de comunicación de masas, como surge la implantación y consolidación de los sistemas y planes educativos (LOGSE, Bolonia, escolarización obligatoria…). La fabricación en serie de autoridades expertas de diversas materias tienen como misión el descrédito y la relativización de la información, de forma que el acento de nuestra percepción no se ponga en el qué se está contando, sino en quién lo cuenta. Da igual si un estudio revela, por ejemplo, que el empleo de herbicidas en la agricultura ha contaminado el agua que consumimos, porque la reacción popular inmediata es «pero eso, ¿quién lo dice?». Lejos de reflexionar hemos sido adiestrados para cuestionar cualquier pensamiento que ponga en entredicho nuestro paradigma social, porque presumimos que sólo los expertos están autorizados para hacernos comprender la realidad. Y en el caso de la información son los profesionales de la información los que tienen autoridad para transmitirla.
Hoy me he acercado a un quiosco para ver los titulares de los principales periódicos de España. Eche usted un vistazo a las portadas de los tres diarios de información general de mayor difusión en España (El País, El Mundo y ABC). Seguramente guarden relación con la mayoría de conversaciones que tiene a lo largo del día en el trabajo o la cafetería, pero piense ahora por un momento en los problemas comunes más acuciantes del entorno que le rodea (familia, amigos, vecinos, territorio…). ¿Tiene algo que ver con la información que se maneja desde los Media? Mejor aún ¿es capaz de recordar alguna información aparecida en prensa, radio o televisión que arroje luz sobre las causas que provocan los problemas habituales de su comunidad? Si es así, le agradecería que la compartiera conmigo.
De interés:
> Teoría de la Agenda-Setting, aplicación a la enseñanza universitaria