Siempre me ha llamado la atención que la mayoría de publicaciones sobre lenguaje audiovisual, pasen por alto la inclusión de la angulación horizontal como herramienta narrativa; es como si este cambio de perspectiva no tuviera valor alguno, cuando es de capital importancia. Como realizador, una de las decisiones que debo tomar e incluir en el guion técnico es la posición de la cámara respecto al personaje o al objeto de representación. ¿Es una posición frontal, lateral, dorsal…? Cuando manipulamos horizontalmente el ángulo visual desde el cual representamos un objeto estamos modificando la perspectiva del objeto y del decorado. Y esto puede sernos de gran valor en un momento preciso de la escena, no sólo en el caso de la yuxtaposición de dos imágenes cuya diferencia es la angulación, sino en el caso de la sobreimpresión de las mismas (lo que se llama perspectiva múltiple, y que en pintura es la esencia del cubismo).
En la siguiente escena de la película Collateral, Michael Mann juega con cuatro elementos de lenguaje visual para narrar la escena: el cambio de escala, el movimiento de cámara, el cambio de ángulo vertical y el cambio de ángulo horizontal. Pero antes de ver la escena vamos a situarnos un poco.
Max (Jamie Foxx) lleva doce años detrás del volante de su taxi y está curado de espantos. Las caras pasan por el retrovisor, la gente y los lugares entran y salen de su vida. Pero una noche, en Los Ángeles, se ve obligado a llevar como pasajero a un asesino a sueldo, Vincent (Tom Cruise), que está cumpliendo un encargo (premisa dramática extraída de Film Affinity). Max ha intentado en varias ocasiones detener a Vincent, huir e incluso poner sobre aviso a la policía, pero en todo momento sin éxito. Ahora vean la escena.
En esta escena hay dos niveles de conversación distintos entre los personajes; uno es personal, el otro es íntimo. Y la actitud que tiene cada personaje respecto a las palabras del otro se traduce en la convergencia o divergencia de angulación horizontal entre ellos. Cuando arranca la escena, Max se muestra con ángulo frontal, mientras que Vincent aparece en ángulo oblicuo, casi lateral. Max comienza la escena siendo el personaje activo, y se arranca a abroncar a Vincent por estar asesinando gente a sangre fría. Pero éste está pendiente de si les siguen o llaman la atención de la policía. Los ángulos son divergentes.
Cuando tras casi un minuto de discusión, el personaje de Tom Cruise entra en el juego de la conversación y debate con el de Foxx sobre el bien y el mal, el plano pasa a ser frontal. Cambia de nuevo, por una vez, cuando se siente invadido emocionalmente y el taxista se aproxima al nivel íntimo con la pregunta «¿Qué tienes dentro?». Es una pregunta delicada para Vincent; y lo es hasta tal punto de que el asesino guarda silencio mientras le viene el chorreo de hipótesis sobre cómo fue posiblemente su infancia o su pasado para degradarse como individuo hasta lo que es ahora. Se trata del momento de la película de mayor aproximación emocional al personaje de Vincent, y esto se refuerza con el travelling hasta primer plano corto, un movimiento que finaliza con la pregunta de «¿No tienes alma?».
A partir de aquí, y tras una pausa, Vincent toma el control de la escena, y contraataca haciendo que Max se dé cuenta de sus propias contradicciones y miserias. También toca diana, pues Jamie Foxx también pasa a primer plano corto, si bien su travelín se fragmenta en montaje. Al verse sin opciones, Max retoma la divergencia de ángulo horizontal inicial siendo él quien esta vez pasa a ángulo oblicuo. Con un detalle añadido, las ópticas ahora son angulares, pues entramos en la recta final de la escena (tercer acto); el protagonista decide, en la resolución, romper de forma violenta la relación entre ambos y provoca un accidente. Max es representado en ángulo contrapicado, óptica angular y ángulo oblicuo: el personaje rompe la dinámica previa.
Vuelvan a ver la escena sin audio y comprobarán que el algodón no engaña.