Lo más habitual cuando alguien comienza a hablar del lenguaje visual es comenzar por la escala de planos; esto se debe a que es la primera decisión que toma el realizador cuando debe traducir en imágenes el proyecto que se trae entre manos. Pero hay cosas respecto a esto que están mal explicadas desde el principio o que bien conducen a equívoco.
La primera de ellas tiene que ver con la definición. Lo normal, sea el libro que sea, o la página web de turno, es que definan las escalas en relación al cuerpo humano y, además, se haga en una determinada orientación visual. De esta forma se dice que un plano medio es el que encuadra a una persona de la cintura a la cabeza.
Esto es impreciso. Primero porque un plano medio de una persona puede ser de cintura a cabeza o de cabeza a los pies y, en segundo lugar, porque si encuadramos animales, plantas u objetos, las formas son distintas; por lo que debemos emplear una terminología lo más amplia posible. Bajo mi punto de vista, lo más indicado es hablar de porcentajes encuadrados del motivo: Un plano medio encuadra el 50% de un objeto o sujeto a representar. Por esta regla de tres, un plano general encuadra el 100% y un primer plano encuadra el 25%.
Otra tendencia que considero errónea en la explicación académica de la escala de planos para la realización audiovisual guarda relación con la presunta función narrativa que cumple cada tipo de imagen. Es habitual, por desgracia, leer cosas como: «El plano general debe utilizarse para comenzar las escenas para establecer una impresión de localización del ambiente», o «dramáticamente, el primer plano es el más potente, por lo que será el que más atraiga ala atención del espectador». Esto es un disparate. En primer lugar porque, de haber un protocolo de construcción dialógica en cine, haríamos bien en jubilarnos todos, pues una IA hará las películas por completo en adelante. Y, en segundo lugar, porque la unidad mínima dotada de significado en lenguaje visual es la escena, no el plano, por lo que éste no puede tener funciones narrativas, sino que cobra sentido en su yuxtaposición con los planos antecesores y sucesivos.
Es cierto que es más fácil ver la expresión facial de un actor si tenemos un primer plano de él. Pero de ahí a decir que es el más dramático hay un trecho bien gordo. En ocasiones, la proxémica es fundamental para comunicar algo muy dramático, y un plano general viene fetén. Ya indiqué en un artículo anterior: un plano por sí solo no sirve para nada. Y si no, díganme qué es más expresivo de la siguiente escena, el primer plano o el plano general de Gary Cooper (si no han visto la película lean antes el resumen).
Este travelling retro es uno de los planos más impactantes de la película; es el final de un trayecto (el conflicto) por parte del protagonista, en el que después de mucho esfuerzo vemos con él que está solo frente a los enemigos que le acecharán inminentemente. La fuerza dramática alcanza su culmen en la apertura máxima de la escala, no al revés. No podemos hablar de narración evaluando un único plano, y no podemos atribuir a una escala u otra una la fuerza expresiva determinada. Siempre, el uso que hagamos de la escala de planos estará supeditado al discurso global de la película.