Una de las falacias más desagradables sobre el lenguaje visual, que se repite hasta la saciedad en libros y páginas web, es el uso de los planos picados y contrapicados. Son casi infinitas las publicaciones que sostienen que un plano picado (en el que la cámara se sitúa por encima del objeto representado) se usa para «transmitir inferioridad o una posición débil respecto al observador»; y que el contrapicado (en el que la cámara se sitúa por debajo del objeto representado) se utiliza para «resaltar la superioridad o grandiosidad del objeto representado». Hasta la Wikipedia recoge estas sandeces. Desconozco la razón.
Sí sé en cambio que, decidir la altura de la cámara respecto al sujeto u objeto a representar, es una importante decisión plástica por parte del realizador, y puede ser una herramienta de narración relevante en la construcción del significado de la escena.
Retomando el disparate inicial, muchos ‘doctores’ procuran respaldar su hipótesis con ejemplos de la película El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl. He pasado por 3 facultades de Comunicación Audiovisual, y en las 3 me he encontrado profesores que machacan al personal con el mismo mantra. Aducen que, en esta película, la directora emplea los planos contrapicados para ensalzar a Hitler, y los picados para representar a las masas como algo inferior. Se nota que no han visto la película entera.
La razón de que Hitler sea representado en planos contrapicados es, en muchas ocasiones, meramente orgánica. Así sucede, por ejemplo, en los planos que filmó la directora durante el discurso. El tío está subido en un púlpito, y lo lógico es filmarle con la angulación generada por el eje entre orador y público. Porque si fuera cierta su línea argumental ¿por qué los siguientes planos se representa a Hitler en ángulo picado y a la gente en contapicado? ¿Es que la nuca del Führer es inferior? El mérito de las escenas del discurso de Hitler en El Triunfo de la voluntad, en todo caso, no es tanto de Leni Riefenstahl como del encargado de la puesta en escena y del diseño del recorrido.


Un plano por sí solo no sirve para nada
Si algo nos enseñaron los cineastas rusos es que los planos carecen de significado propio. Éstos adquieren sentido en yuxtaposición con otros, y según articulemos el discurso completo, el significado narrativo será uno u otro. En una película, el sentido narrativo lo da la escena, no un plano por sí mismo.
En la siguiente escena de Ciudadano Kane, de Orson Welles, quien según los teóricos del ‘picado (inferior) – contrapicado (superior)’ no debe tener ni idea de cine, porque a la vista de esta escena está que no filma la escena basándose en esas necedades.