Todas las entradas de: Javier Villamor Villarino

Un preestreno Raro

El pasado 15 de junio organicé un preestreno en la Filmoteca Regional de Murcia del último cortometraje que he escrito y dirigido: Raro. Como ocurriera con After, esta película la he co-producido con el estudio El hombre que escucha y la productora Filmamento Audiovisual.

A más de uno le puede parecer un esfuerzo innecesario montar un ‘sarao’ de este tipo para una obra que apenas alcanza los 8 minutos de duración. Para mí es imprescindible porque un preestreno en pantalla grande me aporta claridad. Trabajas con un plazo y un fin, puedes tomarle el pulso al público para estudiar sus reacciones y, lo más importante, te das cuenta en pantalla grande de detalles que habías pasado por alto en las trescientas revisiones que hiciste en la sala de montaje; cosas que se pueden afinar antes de lanzar a circuitos y errores que no tienen solución y de los que toca aprender para no repetir en el futuro.

La última lección me la ha vuelto a dar la tecnología. Después de dos pruebas a puerta cerrada sin incidentes, llegado el momento de la proyección pública, la imagen falló y se reprodujo con un relativo efecto estroboscópico. Conclusión: DCP sí o sí.. El mes de julio rematamos este trabajo y a ver cómo se comporta en muestras y festivales.

Educándome: Principios para una Educación Creadora

Excelente entrevista a Miguel Castro producida por el Servicio de Recursos Audiovisuales de la Universidad de las Islas BalearesAntoine Horb, formado también con Arno Stern en educación creadora conduce la conversación.

“El término educación creadora es una fórmula que Stern creó hace cuarenta años para trazar una distinción entre el juego de pintar y la educación artística. Según él, la educación artística destruye toda posibilidad de jugar. Se utiliza el orgullo de los niños y niñas exponiendo sus obras, exhibiendo su trabajo. Para Stern, esto es un insulto al arte y un peligro para el niño, que ve deteriorado su juego y tarda meses en recuperar la espontaneidad” (artículo de Carmen García Corrales en Diagonal)

Angulación horizontal, la gran desconocida herramienta del lenguaje visual

Siempre me ha llamado la atención que la mayoría de teóricos, en los manuales de lenguaje audiovisual, pasen por alto  como herramienta narrativa el cambio de angulación horizontal. Es como si para doctores, catedráticos o críticos, este cambio de perspectiva no tuviera valor alguno. Claro que, si lo pensamos un poco, con las chorradas que se escriben a diario sobre la angulación vertical, que obvien esto es totalmente comprensible. Es lo que tiene, supongo, no hacer películas y pasarte la vida teorizando sobre algo que no practicas. Que no tienes ni idea de lo que estás escribiendo, ni de lo que no estás escribiendo.

Cretinos al margen hablemos de la angulación horizontal. Cuando manipulamos horizontalmente el ángulo visual desde el cual representamos un objeto estamos modificando la perspectiva del objeto y del decorado. Y esto puede sernos de gran valor en un momento preciso de la escena, no sólo en el caso de la yuxtaposición de dos imágenes cuya diferencia es la angulación, sino en el de la sobreimpresión de los mismos (lo que se llama perspectiva múltilple, y que en pintura es la esencia del cubismo).

En la siguiente escena de la película Collateral, Michael Mann juega con cuatro elementos de lenguaje visual para narrar la escena: el cambio de escala, el movimiento de cámara, el cambio de ángulo vertical y el cambio de ángulo horizontal. Pero antes vamos a situarnos un poco.

Max (Jamie Foxx) lleva doce años detrás del volante de su taxi y está curado de espantos. Las caras pasan por el retrovisor, la gente y los lugares entran y salen de su vida. Pero una noche, en Los Ángeles, se ve obligado a llevar como pasajero a un asesino a sueldo (Tom Cruise) que está cumpliendo un encargo (premisa dramática extraída de Film Affinity)… Ahora vean la escena.

Bien, seguro que por cultura visual se han fijado perfectamente en que hay un travelling avant al personaje que encarna Tom Cruise cuando Max (Jamie Foxx) le pregunta “¿No tienes alma?”, así como se puede apreciar que se progresa en la escala de planos hasta llegar a primeros planos cortos cuando cada uno de los personajes ahonda en las miserias del otro. Ahora cierren los ojos y hagan el esfuerzo de explicar para qué Mann emplea los dos ángulos de cámara desde los cuales representa a cada uno de los personajes. ¿Lo tienen realmente claro o tienen que volver a ver la escena? Hay tanta morralla circulando por móviles, ordenadores, televisores y salas, que no tenemos la atención ni la sensibilidad educada en este manejo tan sutil del lenguaje.

Respecto a la angulación vertical, su modificación es bastante progresiva y sutil a lo largo de la escena; y está muy relacionada con el cambio de actitud del personaje de Foxx. Aquí, en este momento de la película, se produce el gran giro, y ambos personajes pasarán a la confrontación directa.

Por otro lado, en esta escena hay dos niveles de conversación distintos entre los personajes; uno es personal, el otro es íntimo. Y la actitud que tiene cada personaje respecto a las palabras del otro se traduce en la convergencia o divergencia de angulación horizontal entre ellos. Cuando arranca la escena, Max se muestra con ángulo frontal, mientras que Vincent aparece en ángulo oblicuo, casi lateral. Max comienza la escena siendo el personaje activo, y se arranca a abroncar a Vincent por estar asesinando gente a sangre fría. Pero éste está pendiente de si les siguen o llaman la atención de la policía. Los ángulos son divergentes.

Cuando tras casi un minuto de discusión, el personaje de Tom Cruise entra en el juego de la conversación y debate con el de Foxx sobre el bien y el mal, el plano pasa a ser frontal. Cambia de nuevo, por una vez, cuando se siente invadido emocionalmente y el taxista se aproxima al nivel íntimo con la pregunta “¿Qué tienes dentro?”. Es una pregunta jodida para Vincent; y lo es hasta tal punto de que el asesino guarda silencio mientras le viene el chorreo de hipótesis sobre cómo fue posiblemente su infancia o su pasado para degradarse como individuo hasta lo que es ahora. Se trata del momento de la película de mayor aproximación emocional al personaje de Vincent, y esto se refuerza con el travelling hasta primer plano corto, un movimiento que finaliza con la pregunta de “¿No tienes alma?”.

A partir de aquí, y tras una pausa, toma el control de la escena Vincent, y contraataca haciendo que Max se dé cuenta de sus propias contradicciones y miserias. También toca diana, pues Jamie Foxx también pasa a primer plano corto; y se ve tan superado emocionalmente que, tras una pausa, Max retoma la divergencia de ángulo horizontal inicial siendo él quien esta vez pasa a ángulo oblicuo. Con un detalle añadido, las ópticas ahora son angulares, pues entramos en la recta final de la escena (tercer acto); el protagonista decide, en la resolución, romper de forma violenta la relación entre ambos y provoca un accidente. Max es representado en ángulo contrapicado, óptica angular y ángulo oblicuo: el personaje rompe la dinámica previa.

Vuelvan a ver la escena sin audio y comprobarán que el algodón no engaña.