El audiovisual conforma, en gran medida, nuestra forma de entender el mundo y de relacionarnos con los demás. Y ejercer la libertad de pensamiento y de expresión requiere atender la principal necesidad educativa del siglo XXI: la alfabetización audiovisual.
Según el informe del Marco general de los medios en España en 2014, el 99,3% de los hogares españoles tenía televisión. Un medio de comunicación que mantiene su hegemonía con un consumo de unas cuatro horas diarias. Si a eso añadimos que el 61,3% de los hogares tiene conexión a Internet, y que el portal con más tráfico de visitas es YouTube, podemos hacernos una idea clara de la importancia del audiovisual en la actividad humana diaria. En el mundo, los más de 1300 millones de usuarios de Google consumen unos seis mil millones de horas de vídeo al mes. Convendría preguntarse entonces ¿qué efectos ejercen las tecnologías y los contenidos audiovisuales que circulan por ellas sobre nosotros y nuestros hijos? ¿Limitan o amplían la posibilidad de una verdadera libertad de pensamiento y de expresión?
La irrupción de las tecnologías digitales y multimedia en el sector educativo parece haber contribuido a incrementar las confusiones y los malentendidos. En este nuevo entorno audiovisual y digital, los instrumentos de conocimiento se diversifican cada vez más, y la posibilidad de digitalizar todo tipo de textos, de almacenarlos y transformarlos a soportes multimedia ha incrementado las capacidades comunicativas de estos, y ha logrado la interacción del receptor de manera creativa.
El lenguaje de la imagen complementa, y en algunos casos sustituye, el lenguaje verbal. Es un lenguaje que se percibe a través de los sentidos, por lo que posee potencialidades persuasivas y seductoras más intensas y, en definitiva, una gran capacidad de producir imaginarios colectivos y de influir en los comportamientos de la gente. La comunicación audiovisual utiliza un nuevo lenguaje tan necesitado de un aprendizaje específico como el lenguaje escrito. Alfabetizar ya no quiere decir sólo enseñar a leer y a escribir. No basta con saber de qué manera se produce técnicamente un determinado mensaje para conseguir los efectos deseados; hay que preparar al receptor de los mensajes para que sepa establecer distinciones y mostrarse activo y crítico. Y del mismo modo que emplea la lengua escrita para comunicarse con los demás articule mensajes y conocimientos a través del lenguaje audiovisual con plena consciencia de los códigos que está manejando.
La importancia de la alfabetización audiovisual en el currículo
Por otro lado, la Educación no puede permanecer ajena o ignorante ante las posibles perversiones de la comunicación audiovisual que enturbien una socialización adecuada de la infancia y la juventud. No podemos despreocuparnos de lo que programan las televisiones y trasladar a la escuela la responsabilidad que deben asumir los medios de comunicación, pero sí podemos dotar de herramientas a las futuras generaciones para que el enorme potencial que tiene sin duda el audiovisual se aproveche de la mejor manera posible en su socialización.
Por norma general, en España se ha dado hasta ahora el paso más sencillo, el cuantitativo. Se han llenado las aulas de aparatos audiovisuales que, tan rápidamente como avanzan las tecnologías de la comunicación, van quedando obsoletos y deben ser sustituidos por otros. La educación en comunicación audiovisual se ha visto reducida a la tarea de educar con medios de comunicación. Tras la inversión realizada por la Administración en las nuevas tecnologías, los docentes y los alumnos no están pudiendo aprovechar plenamente estos recursos debido a la falta de formación. Sentar a un grupo de niños ante una pantalla para que consuman una obra audiovisual, sin introducirles en el aprendizaje de este lenguaje, supone una involución educativa. ¿Se imaginan a un maestro leyendo en voz alta los contenidos de un libro a sus alumnos porque estos no saben leer ni escribir? Se ha obviado la educación en los medios y para los medios, lo que propiamente se llama alfabetización en comunicación. Y no es suficiente utilizar los nuevos medios, sino que hay que hacer de los mismos medios, y sobre todo de sus contenidos, un objeto específico de estudio.
Difícilmente podremos comprender el mundo en el que vivimos, sin conocer bien el lenguaje audiovisual y cómo se utiliza en el proceso de producción de los contenidos audiovisuales. En un mundo colonizado por los medios audiovisuales, ejercer la libertad de pensamiento y de expresión requiere de una urgente alfabetización audiovisual. Una alfabetización que afecta a las raíces mismas de la vida social porque contribuye a la formación de una opinión pública bien informada, madura y crítica.
Lecturas recomendadas
Homo videns, la sociedad teledirigida. Giovanni Sartori.
4 buenas razones para eliminar la televisión. Jerry Mander.
Libro Blanco: La educación en el entorno audiovisual. Consell d’el Audiovisual de Catalunya.